Muchas veces la lluvia puede servir como gran inspiradora. De lecturas, de ideas o en este caso, de notas.
Me declaro empedernido observador de programas de cocina y, esta semana, no fue la excepción.
Es una pena que ya no haya al aire programas exclusivamente de vinos, supongo que las redes tienen que ver un poco con esto. Muchos de nosotros, los comunicadores, nos volcamos a estas por razones obvias: es barato. No digo “gratis” porque no lo es. Como dicen en una parte del documental The Social Dilemma: “Si el producto es gratis, el producto es uno mismo”.
Viendo estos programas actuales (o no) noté algo obvio y que une a todos los programas: no importan los maridajes. Ya sea para una torta, un pan o un plato complejo.
A nadie le preguntan o nadie propone con qué bebida combinaría tal o cual plato y ahí creo es cuando se pierde un poco de la magia y también se pierde la oportunidad de meter a nuestro querido vino argentino en el tema.
Tanto que nos quejamos de que bajan las ventas o que ya per cápita no se consume lo que hace años se consumía. Creo que estos programas son una gran ventana para eso y es algo que la industria no está aprovechando.
Seguramente me dirás que al ser un programa de cocina eso no es TAN importante. Yo te diría que sí lo es. El vino es un alimento y como tal, debería estar presente. Si bien lo está (pocas veces) cuando alguno de los participantes agarra alguno para levantar un fondo o hacer reducciones, no se le da la importancia como bebida en sí.
Se nos está alejando la posibilidad de comunicar a través de estos programas la cultura del vino y todo lo que tiene Argentina para mostrar. Por otro lado no creo que esto importe, sino ya lo habrían notado y agregado a las prendas o diferentes pruebas.
Habrá que seguir en las redes, buscando información y programas de calidad en YouTube o IGTV de exclusividad vinistica y contentarnos con ellos.